En una pequeña casa de las afueras, una mujer llamada Lan vivía con una amiga especial: una gran serpiente. Lan no es como los demás, no tiene perros ni gatos, sino que prefiere tener una serpiente como mascota. Esta serpiente se llama Ruby, una pitón real con una piel verde brillante y hermosos dibujos que se extienden por su espalda.
Lan encontró a Ruby hace tres años, cuando ella caminaba por el bosque cerca de su casa. Ruby era entonces solo una pequeña serpiente, “dopada” y “dada” en medio del bosque. Lan trajo a Ruby a casa, la cuidó y la crió. Poco a poco, Ruby creció y se convirtió en una parte indispensable de la vida de Lan.
Al principio, los vecinos de Lan se mostraron bastante preocupados y aprensivos cuando supieron que tenía una gran serpiente en su casa. No entendían cómo una serpiente podía convertirse en mascota, o cómo una mujer pequeña como Lan podía controlar a una criatura tan grande. Sin embargo, Lan siempre explicaba que Ruby no era una persona despreocupada y que dedicaba mucho tiempo a comprender su comportamiento y sus necesidades.
Todas las mañanas, Lan suele pasar tiempo jugando e interactuando con Ruby. Le da comida fresca y se asegura de que siempre viva en un entorno limpio y cómodo. Ruby suele envolverse en sus brazos o tumbarse en el suelo, disfrutando de los cuidados de Lan. En momentos como estos, Lan siente una conexión especial entre ella y Ruby, una amistad que no se puede expresar con palabras.
Lan también pasa mucho tiempo aprendiendo sobre serpientes, especialmente cómo cuidarlas y criarlas en cautiverio. Participa en foros y comunidades en línea, compartiendo experiencias y aprendiendo de otros dueños de serpientes. Para Lan, Ruby no es solo una mascota sino también una compañera, una parte indispensable de su vida diaria.
Poco a poco, la presencia de Ruby se fue haciendo familiar para todos los que la rodeaban. Los vecinos empezaron a mirarla con otros ojos, ya no con miedo, sino con curiosidad y emoción. A los niños del barrio incluso les gusta ir a la casa de Lan para ver y jugar con Ruby. De Lan aprenden que las diferencias no siempre son malas y que, a veces, las cosas extrañas traen alegría y emoción.
Los días de Lan y Ruby transcurren en tranquilidad y alegría. Lan está contenta con su decisión, mientras que Ruby, bajo la atenta atención de Lan, encarna el profundo vínculo entre humanos y animales, que trasciende todos los límites de especie y tamaño. Su historia es un testimonio conmovedor de la compasión y el respeto por cada ser vivo, que ilustra que la amistad trasciende las especies y puede florecer en las circunstancias más improbables.